18/5/09

Imperialismo formal e informal

Imperialismo formal:

El imperialismo formal o colonial se refiere a la dominación política directa de un país sobre otro, es decir que se trata de una relación entre metrópoli y colonia. La potencia gobernante establece gobernadores propios para dirigir el país dominado, por lo que las relaciones económicas dependen de las decisiones que toma el país central. De este modo, una colonia británica, por ejemplo, el Canadá del siglo XIX, podía comerciar con otros países pero solo bajo el permiso y la supervisión británica.

Imperialismo informal:

El concepto de imperialismo informal o neocolonial, se refiere a la influencia y el predominio que una potencia ejerce sobre un país de manera económica, social y cultural. Se habla de imperialismo informal, por ejemplo, cuando los intereses de una potencia dominan la economía de otro país, ya sea porque sus empresas controlan las actividades mas significativas (por ejemplo son dueñas de los principales yacimientos petrolíferos) o bien porque esa potencia es la principal compradora de los bienes que exporta el país dominado. En estos casos, el país dominado es políticamente independiente, pero sus decisiones económicas están fuertemente condicionadas por los intereses de la potencia dominante.

Los imperios del siglo XIX:

A partir de mediados del siglo XIX, imperios como el británico y el francés, por ejemplo, fueron muy distintos de los que España y Portugal habían establecido en los siglos XVI y XVII. Mientras que los territorios controlados por las coronas española y portuguesa eran colonias, de las cuales las metrópolis buscaban sobre todo extraer recursos (como metales preciosos), los imperios del siglo XIX establecieron principalmente relaciones comerciales de tipo capitalista con los países dominados, tanto con las colonias de su imperio formal (por ejemplo, la India, en el caso británico) como con otros países, políticamente independientes (países latinoamericanos).
Los bienes que circulaban entre las potencias y sus colonias eran comprados y vendidos libremente. Sin embargo, era un comercio desigual porque las potencias exportaban bienes industriales (de consumo y maquinarias), servicios y capitales financieros, mientras que las colonias y los países dominados vendían bienes primarios (metales preciosos, alimentos, materias primas, combustibles, de un valor relativamente menor.

La conquista de mercados:

La larga depresión del periodo 1873-1896 impulsó y terminó por consolidar el imperialismo, tanto formal como informal, hacia fines del siglo XIX. Para salir de la crisis, las potencias industriales europeas se lanzaron a la conquista de nuevos mercados., a la vez que buscaron asegurar mercados exteriores con los que ya tenían relación. A ellas pronto se sumaron los Estados Unidos y el Japón, y todas compitieron entre sí de manera cada vez más agresiva.
La competencia entre las potencias industriales llevo a que, por primera vez en la historia de la humanidad, la economía adquiriera características mundiales, ya que todas las regiones habitadas del planeta, podían convertirse en mercados donde colocar su producción y, al mismo tiempo, en territorios de donde extraer las materias primas utilizadas o invertir, con mayores ganancias, sus capitales.
La conquista de mercados generó conflictos entre las potencias industriales, puesto que cada una de ellas buscó aumentar su influencia en la mayor cantidad de regiones posibles. Este proceso pronto llevó a un reparto del mundo, en el que todos los países estuvieron en relación con una o varias potencias industriales.
Fuente: Una historia para pensar : la Argentina en el largo siglo XIX / Ana Rizzi (et. al.). -- Buenos Aires : Kapelusz, 2009.